miércoles, 25 de julio de 2007

Pesadilla antes de septiembre I


La vuelta del Castillo, desde el cielo

Tengo los pies troceados en veinte cachitos a cada lado del portátil y mi cuerpo está pidiendo coger forma de sofá. Creo que nunca he andado tanto como hoy. Por la mañana, buscando gente que leyera por la calle (nadie lee, o nadie lee por la calle; espero que lo segundo); luego, para ir a comer; para ir al diario; para volver; para buscar historias que no han salido; para hablar con gente que no me quería hablar; para buscar accidentes de coche de los que sólo quedaba un tapacubos roto y cristales en el suelo.

¿Existe eso de perder el tiempo o es sólo una sensación? Un amigo mío decía que dormía poco porque dormir es perder el tiempo. Pero cuando dormimos, soñamos, y a veces nos acordamos. Yo cada vez me acuerdo menos, o sueño menos, y me parece terrible. Antes soñaba todas las noches. O me acordaba todas las mañanas. Unas historias geniales que siempre contaba a mi madre en el desayuno o a quien pillara por el piso después. Igual, como estoy sola en casa, mi cerebro no sueña. ¡Para qué -pensará-, si ésta no se lo va a contar a nadie cuando se levante!

He perdido tiempo de trabajo y de paciencia. He ganado tiempo para cabrearme, quemarme la piel y trocearme los pies. Y para conocerme cincuenta mil nuevas calles de Pamplona. De todo se aprende.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

yo no me pateo ciudades pero también sé lo que es perder el tiempo cuando te dicen: "tú sola" y sabes perfectamente que todo lo que hagas va a estar mal sin explicación.
Ironías de la vida: no he pisado una playa y ayer por la tarde me empezó a salir un sarpullido por todo. Flipa, me ha dado alergia el sol.
En fin...¡viva el verano!

leyre dijo...

¡Cariño! Te queda hoy y mañana. Luego serás feliz, se te irán los sarpullidos, el mal humor...
Un besito mi niña.

Anónimo dijo...

Jo, ¿sabes de qué me he dado cuenta?, que en que se valla Gonzalo me quedo sola y desamparada. Ya no habrá nadie que se ocupe de mandarme algo que hacer.
¡Qué agosto más largo!, si es que en realidad él me hace sentir idiota pero está todo el rato corrigiéndome y enseñándome. ¿qué voy a hacer sin él? En fin, ya no sé ni lo que quiero.

Anónimo dijo...

¡Amores!¡Pero que textos trágicos escribís! Yo creo que no vale la pena estar triste a no ser que sea por una causa verdaderamene horrible. Vamos a jugar a buscar lo positivo, como la petarda de Poliana. Leyre, tú puedes disfrutar de el hecho de estar sola en casa, leyendo (que antes lo echabas mucho en falta), meditando, viendo pelis, llamándome por teléfono... y sino disfruta de la compañía de Manuela que se ha instalado hoy y de la mía cuando vaya a visitarte. Aprovéchate entre semana de lo bueno de estar en un periódico pequeño y el finde de la gala de los Oscars. I love you, baby.